El viejo chiflado que te ves con cámara y grita “ahora que hay las elecciones os liberan vostro bestias de periodistas a romper los pensamientos a nosotros respetables”, cuando lo único que quieres es tomarte una caña sin que nadie te mire en la cara (pues en casa es mejor que en los bares, cierto). El viejo que pierde la cartera, pero al ser un “güiri” disfrazado de gentilhombre, ni dice gracias, ni te invita a un cafe’, tanto que te da la gana de no ayudar nunca más a un viejo ni a cruzar la calle. La mujer hombre que te comenta “no me gusta tu cara”, cuando, tu acabas de hablar 3 horas con tu psiquiatra relativamente al respecto y las relaciones con los demás, y piensas, a esta o esto le partiría la cara en dos, ya que eres karateka cinturón negro con una respiración demasiado zen para empezar a tocar tus mismos nervios.
Los paletas que toman cañas a las 5:30 de la mañana, y los vecinos ultracentenarios que se mean encima sentados en el tamborete de la barra tomando coñac puro e duro a las 5:35 con la mirada que mira hacia el nada cósmico como si hubieran visto cthuhu despertarse desde su sueño profundo, avisando la humanidad que llegó la fin del planeta tierra. La señorita trans que te envía besos miente tu solo estabas pidiendo un bocata de lomo y queso, aun sepas que nunca sería recomendable mezclar dos productos de origen animal por el bienestar de tu estomago; ya nos tratemos mal, imagina ver y escuchar bestialidades de bar todo el rato. El joven metalero al cual les gustan los vikingos y el señor de los anillos, tamaño hombre de la nieve, que llora porque le murio la mascota, un pequeño conejo de 5 años, y alguien intenta comentarle que esa es la fecha de caducidad de ese tipo de raza y el compara el conejo al padre de su colega que murió’ de cáncer. Los coqueros rusos con pelo blanco que se meten hasta el cuello, a ellos le da igual cuanto duros se pongan porque ya no tienen dientes pero llevan 45 anillos de oro en los dedos, mientras disfrazan sus vicios insertando mil euros en monedas de un euro en la máquina del poker programada por sabios asiáticos. El yonqui que pide 75,60 euros para que “no trabajo estoy viviendo a la calle” con zapatillas de marca que valen 800 euros, uno de estos cada 25 segundos que nisiquiera puede tomarte un cafe’ mirando la nada para ver si Cthulhu sigue despierto o si volvió a bajo del nivel del agua asi que todos podemos soñar tranquilos anoche, y cuidado a sacar en la mesa el paquete de suicidio legalizado con advertencias que acabas de comprarte en el estanco donde de dieron de cambio 700 monedas de un céntimos. Así’ vamos bien, adelante! ¡Todo recto contra de la pared a toda velocidad!
Y así, podremos dormir más felices despertando quizás en otra dimensión paralela, la dimensión donde todos estos son humanos que se han por fin dado cuenta de ser milagros vivientes y paran de robarte hasta los calzoncillos mientras camina por la calle buscando un bar que no sea un psiquiátrico.
Articulo ofrecido por: Fausto Marcon



