Las ciudades y las personalidades se curten, se educan y generan un perfil según sus costumbres. Las costumbres se adquieren por un hábito y una educación, que van cambiando según los intereses comunes, pero que generan esa cultura o sesgo característico de cada zona. Cuando los hábitos cambian muy rápido, las costumbres no llegan a establecerse y las cosas son volátiles, se pierde el aspecto cultural, se pasa a ser un ente cambiante sin personalidad establecida ni costumbres sociales asociadas.
Barcelona ha pasado a ser un Port Aventura económico, donde no queda nada de la Barcelona modernista, sólo valora el concepto dinero turístico y la distracción social a base de pan y circo. Vivir en Barcelona, es como estar en un parque de atracciones, donde cada día pasa el mismo guion, con diferentes turistas que piensan que esto es Barcelona. Tiendas falsas vendiendo artesanías de china, restaurantes de mala calidad por que saben que su cliente es volátil y no volverá, tours con guías de Australia explicando la historia y las tradiciones catalanas, calles llenas de colas esperando su turno de visita tradicional y gente durmiendo en el suelo a consecuencia del papel cartón usado para la decoración.
Barcelona tiene las cualidades para ser la ciudad perfecta para vivir, pero si los que deciden el camino económico a seguir, que no son muy espabilados, no decidieran la vía fácil que suele ser pan para hoy y hambre para mañana, turismo de masas… Barcelona podría realmente codearse con las mejores ciudades del mundo, una pena y a disfrutar de La Merce.









