No hay nadie más egoísta que los padres. Desde el momento que nace su primer hijo, se dan cuenta que la han cagado y no hay vuelta atrás, empieza su nueva vida, que no es la suya además.
Empieza toda una tormenta de necesidades creadas por el sistema, para que su cría no muera por el camino, y en esa empresa no hay socios que valgan, su bienestar es lo primordial. La perdida de valores que ocasiona la presión del sistema a los padres, hace que, como solo miran por su ombligo y el de sus hijos, no les importe un bledo lo que les pase a los demás, a fin de sobrevivir. Esto hace una sociedad egoísta, envidiosa y falsa, que es la que está gestionando el planeta ahora mismo.
Esperemos que las condiciones humanas cambien, si no el barco se hunde, y de nada valdrá emigrar a otros lugares.