España está experimentado un retroceso social, laboral, intelectual y de juventud, todo orquestado por la mala gestión de los mayores que han llevado las riendas las últimas décadas.
Los festivales, no han pasado desapercibidos y también han experimentado los mismos cambios que el país. En esta vorágine de festivales a tutti plen, la calidad, no es lo que prima en la meta de la distracción social, y mezclado con el descenso intelectual de la sociedad, sobretodo los que no arriesgan y salen de su provincia, estamos ante un triste espectáculo festivalero, donde el sonido, los grupos y el público no aportan, en conjunto crean unos festivales aburridos, insulsos y sin ninguna gracia para la diversión, que como mínimo tendría que ser su función. Si el azkena rock fest tuvo una reprimenda de los grupos por lo poco bailarines que eran, aún tienen la excusa de la edad, señores de más de 50 años, rockeros de vinilo. Pero el Low fest con gente joven, cuál es el razonamiento de que la actitud fuera tan pasiva, insulsa y poco divertida.
España se desmorona, los viejos se mueren, los jóvenes están perdidos y los migrantes ninguneados. No veo un futuro muy próspero a un país abandonado y sin alegría ni sabiduría. A este ritmo los festivales se harán en realidad virtual y cada cual que se divierta en su casa.


